Cynanthus latirostris doubledayii

Cynanthus latirostris doubledayii

domingo, 28 de septiembre de 2014

De mis inicios e inquietudes con la naturaleza (o de porque decidi ser naturalista)



De mis inicios e inquietudes con la naturaleza






Con una culebra de agua (Drymobius margaritiferus) especie inofensiva
"No recuerdo con exactitud el momento de mi infancia cuando tome un libro de naturaleza que se publicaba en la editorial life. Solo recuerdo que era un libro cuyo titulo era "Evolución" y de portada traia a una iguana marina de las galapagos sobre una roca con algas y un cangrejo rojo a su costado. Lo que si recuerdo es que a mis seis años ese libro marco mi vida para siempre. Acababa de aprender a leer, claro me costaba mucho pues aun me fallaban algunas letras, pero me embelesaba observando las ilustraciones de aquel magico libro. Por supuesto las imagenes de los dinosaurios fueron las que dieron en el traste de mi psique, un Tyrannosaurus rex intentando dar caza a un acorazado anquilosaurio. En ese entonces ni conocia del tiranosaurio y mucho menos del acorazado anquilosaurio".
Fue que a partir de hojear una y otra vez aquel libro me sumí, sin quererlo, en el mundo de la exploración cientifica. Aunado a ello crecí en un ambiente favorable para ello a las afueras de mi ciudad natal de Veracruz, donde la casa de mi abuela se ubicaba enmedio de un pantano literal, rodeado de juncales y vegetación de tular y acuatica. Asi que diariamente en las mañanas no habia dia sin que me topara con las llamadas "gallaretas" o gallinas de agua, patos, tordos, y una infnidad de aves que trinaban todas las mañanas en cuanto salia el sol. por alla las calandras construyendo sus nidos colgantes, y por aca las jacanas gritando ante una serpiente que acechaba sus polluelos arrastrandose entre la maleza acuosa. Por supuesto las serpientes fueron también la causa de mi inclinación hacia su estudio. Mientras el resto de mis compañeros de colegio en cuanto veína una corrian a partirle la cabeza, yo optaba por con cuidado recogerla y guardarla en un frasco. ¿Para que se preguntaran? solo puedo decir en mi defensa que era simple y llana curiosidad. Claro que en aquel tiempo yo aun no sabia diferenciar venenosa de no venenosa (aunque todo el mundo me alegaban que todas eran venenosas obra de dios por haber seducido a eva a comer la manzana) y por increible que pareciera no me creía esas patrañas. Así que un buen día mientras jugaba en el patio con mi hermano menor, me tope con el cuerpo de una larguirucha y flaca serpiente verde, de inmediato sentí un escalofrio, pues a momento pense estaria viva, me acerque lentamente con un palo en mano y toque su cara larga y delgada. Ahora que recuerdo estoy casi seguro que se trataba de una Leptophis, o culebra perico por su color verde llamativo, pero para mi en ese entonces solo era una culebra mas de las distintas que habia y que a menudo me topaba en aquel lugar. En fin, la tome de la cola y la levante, las hormigas ya habian hecho uso de su cuerpo dejandome ver en su interior las innumerables vertebras que corrian su cuerpo, fue alli donde por primera vez en mi mentecita de niño se resolvio el enigma que una maestra pusiera en mi mente "que las culebras no tienen huesos" y muchos de los compañeros y gente que conocia afirmaba aquello como real que eran como enormes gusanos ponzoñosos que solo buscaban matar humanos y animales. Durante un buen tiempo tome el libro de reptiles de la misma enciclopedia que tenia mi auela y comence a hojearlo. Poco a poco leia un capitulo entero y asi fue como supe de las serpientes y que no todas ellas eran venenosas que solo un porcentaje minimo lo son y que a veces los accidentes se dan cuando unos sin querer las pisa, pero nunca leí nada acerca de que alguna se dedicara a cazar humanos "solo por el simple placer de vengarse de dios" como alguna vez creo recordar lo comentara una maestra en clase. Fue entonces que mi infancia estuvo marcada por estos avatares del destino. Crecí aprendiendo que ni todas las serpientes son malas, que son vertebradas, que utilizan los musculos de su cuerpo para desplazarse, que algunas detectan a las presas a través de organos sensoriales ubicados en las escamas loreales y labiales y que son valgase le termino: "de sangre fria" o sea que no pueden regular la temperatura de su cuerpo como los mamiferos y aves, si no que dependen de la temperatura del ambiente. Y mientras esto aprendia y aprendia a observar mi entorno, a colectar toda clase de insectos, bichos, ranas, tortugas e iguanas en la escuela era un chico conflictivo, conflictivo en el sentido de que no tenia amigos, no convivia con nadie aun mas cuando se enteraban que me gustaba colectar serpientes y animales raros, se alejaban de mi como si fuera bicho raro, por supuesto que en aquel entonces no me afectaba, esa era mi diversión y yo sabia que a nadie le gustaba lo que a mi. Por supuesto nunca puse mucha atención a las clases de la maestra, ni falta me hacia, a menudo mientras me quedaba encerrado en al salon castigado sin recreo solia quedarme en la ventana viendo hacia un enorme lago que se encontraba justo cerca de mi escuela y me embobaba observando las aves zancudas, las gallaretas, los milanos caracorelos y las diferentes aves y explosión de vida avicola que este lago proporcionaba. No me aburria en absoluto y en mis cuadernos de la escuela dibujaba (bastante desgarbado y feo por cierto) mis bosquejos de aquellas aves. Tendría yo cerca de siete años. Nunca olvidare aquel lago y aquel lugar, la naturaleza pura de los sistemas lacustres, crecí rodeado de vegetación y también de cientos de aves, quien diria que cerca de veinticuatro años mas tarde dedicaria mi vida por completo a la observación de aquellas especies de aves y que mi trabajo y vida girara por completo entorno a ellos. Aun recuerdo cuando de niño yo apenas acababa de conocer la palabra "biologia" y me preguntaban ¿Que quieres ser cuando seas grande? yo respondia "biologo" y aquella sonrisa me la borraban del rostro diciendome que esa carrera no tenia futuro y que nunca tendría dinero, etc...Aun asi no me importo y seguí con mi pasión de niño hasta la actualidad y es cierto no me he vuelto millonario pero aun asi trabajo siempre he tenido y bastante. Aun ahora mientras escribo estas lineas, la mismo tiempo llevo a cabo un listado de aves para el estado de Chiapas, escribo datos de campo de observaciones de aves que hice en Oaxaca, realizo un protocolo de monitoreo de aves, arreglo algunas correcciones para un articulo de unos reptiles de la zona donde vivo y al mismo tiempo preparo una ponencia que se dara en Coatepec sobre aves...en fin es un gusto el estar inmiscuido en la observación de la naturaleza y sobre todo en las especies que lo habitan y saber que cuando sea un adulto mayor mi retiro sera lo mas alejado posible de la civilización en compañia de mi esposa e hijos y en un rancho observando el ir y venir de las serpientes, ranas, lagartijas y aves.
Un par de Zarapitos pico curvos (Numenius americanus) aves de pantanos y zonas costeras
Observando e identificando rapaces en el istmo, Oaxaca.
No obstante todo lo poco que se de las aves, reptiles, mamiferos y aves se lo deb tambien a muchos amigos y colegas que sin su apoyo y tutoria creo no sabría diferenciar entre una mazacuata de una culebra jarretilla.
Podría escribir aun mas, podría contar el día que por primera vez me aprendí los nombres cientificos de los dinosaurios (otra gran pasión para mi), cuando aprendí a identificar las aves o cuando jugaba con las falsas corales de niño, de como me apasionaban las iguanas.



Pero francamente tengo mucho trabajo y poco tiempo, son las 2 de la mañana y aun tengo mucho por hacer antes de levntarme a las 8 para dejar a mi hijo a la escuela. Asi que espero les haya gustado este corto relato y me disculpo si no escribo a menudo, pues tengo algunos datos que procesar y muchos listados que realizar y la verdad a veces me da ya flojera y solo deseo sentarme junto a la chimenea a disfrutar la noche mientras llueve copiosamente. Pero seguire en lo que pueda escribiendo. Buen día.

Altotonga,Ver. 29-Sep-2014



















La tarde del halcón

Fotografia de un adulto de halcon peregrino (Falco peregrinus anatm)

La tarde el halcón


Era un atardecer frio. En los acantilados de las montañas un halcón peregrino oteaba en el horizonte, observaba las grandes llanuras que se extendían ante él, campos de verde pasto y arboles bajos, achaparrados por la incesante acción del viento. Aquel año decidiría buscar pareja ya que acababa de pasar su cuarta muda. Un viento gélido soplaba del norte y odia sentirlo en cada una de las fibras de su emplumado cuerpo. Extendió sus largas y puntiagudas alas y se arrojó al abismo, inmediatamente el efecto de su perfecto diseño aerodinámico le permitió remontarse en las alturas sin esfuerzo. Su vista, una de las privilegiadas dotes que la evolución había otorgado a los halcones, le permitía buscar presas en la lejanía. Sentía el viento golpeando su cuerpo, la presión de la altura en la base de su pico, bastaba con un ligero cambio de las plumas de vuelo y de las plumas de la cola para cambiar de dirección. Optó por virar y dirigirse al suroeste a su lugar favorito de caza, un campo inundado que en aquellas fechas específicas del año y que conocía por los cambios estacionales en el paisaje, estaría llena de aves zancudas y ánades.

Año con año visitaba aquella zona de caza, a la que incluso asistían otros halcones como él. Casi nunca peleaban pero el año pasado fue diferente, tuvo que defender su territorio de un halcón invasor, un halcón que no vivía allí, uno que llegaba con los ánades y las zancudas.

Paso por un poblado humano. Para el halcón era fácil distinguir a los humanos. Seres que caminaban en dos patas, con extraños artefactos y de plumaje muy cambiante, un día estaban de un color y al otro habían cambiado su plumaje. A menudo evitaba encontrárselos pues en más de una ocasión había estado en peligro junto a ellos. Sabía lo que ellos le podían hacer a otras a ves y por eso los evitaba.

Bosquejo de la silueta de un halcon peregrino en vuelo
En la lejanía, el llano se extendía hasta perderse en el horizonte, el cielo de un hermoso color purpura azuloso mostraba todo su esplendor. Viró al oeste y aprovecho una corriente de aire caliente que se proyectaba como un chorro de agua hacia el sureste, tomo aquella termal y la corriente la empujo hasta donde se formaba otra en forma de remolino. Dio un par de vueltas conforme subía y subía cada vez más alto. Abajo quedaban las formas incipientes de la tierra. Los arboles apenas y se percibían, el frio era tan intenso que las patas se le congelarían de no ser que siempre las tenía calientes, gracias a una perfecta irrigación de sangre caliente que alimentaba las patas y esta cuando se enfriaba a su vez recorría el cuerpo hasta llegar a unos bolsas de aire que se localizaban en las axilas y el pecho, luego regresaba hasta el corazón y de nuevo el exceso de frio era irrigado hacia las narinas o fosas nasales, donde en contacto con el exterior emergía en forma de agua. La naturaleza es sabía. El diseño de este halcón lo demuestra.

Pues bien, pronto el halcón supo que estaba cerca de su coto de caza. Plegó las alas y comenzó un descenso abrupto en picada. Como un bólido en pocos segundos estuvo a una distancia desde donde vería perfectamente su pantano. Estaba ansioso, tenía hambre. Buscaba con su vista a sus posibles presas, pero de pronto todo cambió para él. Aquel pantano, lleno de bejucos, zacatonales y aves zancudas y acuáticas ya no estaba. En su lugar encontró extraños seres gigantes de colores muy vivos que destrozaban, llenaban de tierra y volvían a destrozar todo a su alrededor.

Busco los lugares que sabia estarían sus presas pero no los hallo, en su lugar encontró demasiados, muchos humanos. Levanto el vuelo y se dirigió aún mas al sur, no encontró nada, más campos de cultivos, luego comenzaron los pueblos. Una parvada de palomas paso volando por debajo de el halcón, asustadas tal vez por su presencia. Volaban en círculos muy juntas para despistar a su  depredador. El halcón estaba harto de palomas. Casí todo el año había comido y ya quería probar otra carne. Así que solo por divertirse un rato, se lanzó en picada. Las palomas volaron despavoridas cuando el halcón paso raudo entre ellas quebró y remonto el vuelo. No tenía interés ese día en palomas. Él buscaba sus ánades.

La noche estaba a punto de caer, pronto tendría que volver a su peñasco en lo alto de la montaña. Pero no importaba, podía pernoctar aquella noche en una de las innumerables y gigantescas perchas que había en todos lados, donde los zopilotes también solían percharse y pernoctar. En la lejanía observó en el horizonte como se extendía el mar, amplio y llano. Se dirigió hacia allí. No muy lejos encontró un meandro, una laguna donde se unía el agua dulce con el mar. Gaviotas y charranes revoloteaban pescando. Playeros en la orillas caminando o corriendo sumergiendo su pico largo y delgado en busca de mejillones y gusanos arenosos de los que se alimentaban. Tenía que escoger una presa rápido. Los playeros canutos se percataron de la presencia del halcón, dieron la señal de alerta y todos a su vez levantaron el vuelo con ruidos estridentes. En la laguna una veintena de cercetas de ala azul nadaban tranquilamente. Cuando vieron el barullo de los playeros, charranes y monjitas decidieron hacer lo mismo.

Fue el motivo perfecto. El halcón peregrino plegó las alas al cuerpo y se lanzó una vez más en picada al grupo de cercetas que volaban en círculos. Como un relámpago llego justo al centro del grupo y con sus patas provistas de tres dedos delanteros y un cuarto trasero conocido como dedo llave y que remataban en filosas garras curvas, golpeo la espalda de uno de ellos. La cerceta herida voló unos metros más pero el golpe hizó que perdiera vuelo. Cayó en medio un zacatonal. Pero antes de que pudiera recuperarse de la impresión, el halcón cayó sobre él. Lo sujetó con sus patas y con su agudo y filoso pico cerceno el cuello de aquella cerceta que murió en el acto.

Mientras el halcón peregrino se saciaba con su presa. No muy lejos de ahí un par de milanos caracoleros también cazaban pero una presa muy distinta. Con su pico extremadamente delgado y curvo, habían evolucionado para alimentarse enteramente de caracoles, a los cuales extraían de su concha con dicho pico. Los playeros reanudaron su carrera en la playa, al igual que el resto de las cercetas. Uno de los suyos había caído presa, pero era el riesgo de todos los días, uno se sacrificaba por el bien de la parvada.

  Un grupo de escandalosas monjitas, aves zancudas de color negro y blanco de patas muy largas y rojizas, buscaban con sus picos larguiruchos entre la pleamar. Más allá un par de garzas blancas y garzas morenas permanecían estáticas, descansando después de la ingesta de pececillos.

  Antes de que la noche abrazara a todos con su manto estelar. El halcón yacía perchado en una enorme percha. Él no lo sabía pero había escogido una antena de luz para dormir. El sol poco a poco fue descendiendo en el horizonte. La calma llego a él. Había conseguido su alimento. Mañana sería otro día. Acomodo su rostro en la espalda y se dispuso a descansar. Tal vez soñaría con aquel rico sabor que le había dejado aquella cerceta de alas azules